En los últimos días, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó los datos correspondientes al Índice de Producción Industrial (IPI) para agosto de 2025, que arrojan señales de estancamiento para la recuperación industrial.
Una caída que preocupa
La producción industrial registró una baja interanual de -4,4 % respecto a agosto de 2024.
En la comparación con julio de 2025, el resultado fue mixto:
En la serie sin estacionalidad, se observa una suba de +0,6 %.
Pero en la tendencia-ciclo, la variación es de -0,5 %, lo que marca —por séptimo mes consecutivo— un comportamiento negativo en esa métrica.
Este patrón —replicando las estimaciones del CEU-UIA— indica que la recuperación de la actividad aún no logra consolidarse, y que los esfuerzos expansivos se están topando con limitaciones estructurales.
Casi todos los sectores en rojo
De los 16 sectores industriales que componen el IPI, 15 registraron caídas interanuales, siendo la única excepción la refinación de petróleo, que presentó una suba.
Adicionalmente, 8 sectores cayeron frente al mes anterior (julio), profundizando la heterogeneidad sectorial.
Este comportamiento generalizado evidencia una debilidad transversal y sugiere que no se trata de fenómenos aislados, sino de un freno extendido.
Acumulado anual: crecimiento, pero con advertencias
En el acumulado de los primeros ocho meses de 2025, la industria arroja un crecimiento interanual de +4,4 %.
Sin embargo, esa mejora esconde una realidad incómoda: en términos comparativos con los acumulados de 2023 y 2022, la industria aún se encuentra cerca de un 10 % por debajo.
Es decir: aunque hay avances frente al año anterior, no se logra recuperar terreno perdido frente a niveles más estructurales.
Interpretación y riesgos
Estos datos sugieren que la industria atraviesa una fase de meseta o de crecimiento débil, donde la demanda, los costos y los cuellos de botella productivos podrían estar limitando un despegue más firme.
Algunos puntos para prestar atención:
Presión de costos y energéticos: aumentos en insumos, combustibles o tarifas pueden estar erosionando márgenes.
Demanda interna débil o incierta: si el consumo se contrae o no progresa, la producción enfrentará limitaciones.
Inversión estancada: sin renovaciones de capital o mejoras tecnológicas, será difícil ganar productividad y eficiencia.
Volatilidad externa: el entorno global, el comercio internacional y las condiciones financieras pueden golpear la recuperación.