El 20 de junio de 1820, en medio del caos político y social que atravesaba el país, moría en la pobreza uno de los hombres más lúcidos de nuestra historia: Manuel Belgrano. Hoy, en esa misma fecha, lo recordamos por haber creado la bandera, pero su legado va mucho más allá del símbolo patrio. Belgrano fue también un pionero del pensamiento económico argentino, convencido de que la verdadera independencia solo podía lograrse con desarrollo, trabajo y una industria nacional fuerte.
Más que agricultura y comercio
Para Belgrano, la industria ocupaba un lugar central en el progreso de una nación. La consideraba incluso más relevante que la agricultura o el comercio por sí solos. Su razonamiento era claro: un país que solo produce materias primas está condenado a depender de otros que las procesen. En cambio, un país que transforma, manufactura y agrega valor, es un país que genera riqueza y empleo.
Transformar lo propio, evitar vender barato
Uno de sus principios fundamentales era evitar la exportación de materias primas sin procesar. Para el creador de la bandera, esa práctica implicaba regalar trabajo y ganancias a potencias extranjeras. Belgrano defendía la manufactura local como estrategia para elevar el nivel económico nacional, marcando una diferencia con la lógica colonial imperante en su época.
El rol del Estado: fomento y protección
Lejos de defender un “laissez-faire”, Belgrano sostenía que el Estado debía jugar un rol activo. Intervenir, proteger y fomentar eran verbos que no temía conjugar en términos económicos. Propuso políticas concretas para fortalecer la industria local, incluyendo incentivos a la inversión extranjera y medidas para evitar que la competencia foránea ahogue el desarrollo local.
Agricultura sí, pero al servicio del progreso
Aunque ponía a la industria como eje, Belgrano no despreciaba la agricultura. Al contrario, la entendía como el motor que abastecía de materia prima a la industria y garantizaba la alimentación del pueblo. La veía como una parte de un engranaje mayor, no como una actividad aislada o autosuficiente.
Educación y trabajo: las bases del futuro
Uno de los aspectos más avanzados de su pensamiento era el valor que le atribuía a la educación. No concebía el crecimiento económico sin formación técnica, conocimientos aplicados y cultura del trabajo. Creía que solo mediante la preparación y el esfuerzo se lograría una mejora real en la calidad de vida de los ciudadanos.